No hay duda que si tendríamos que hacer una lista de las cosas que más nos encanta hacer, las compras ocuparían uno de los primeros lugares.
Admito que una visita al Shopping es también, además de un gastadero de guita, un pasatiempo ideal para olvidar “ciertos” temas de la vida cotidiana. Creo que no hace falta aclaración cuando hablamos del término: cierto. Si, obviamente, lo utilizamos para referirnos a cuestiones relacionadas a esos seres del otro sexo, que no nos dejan vivir en paz.
El día horrible, la lluvia finita y el frío espantoso no se prestaban para otra cosa que para estar en un lugar cerradito y con calefacción. Entonces que mejor que un centro de compras, el lugar ideal para aislarse del mundo exterior.
De todos modos, cuando uno amanece con ganas compulsivas de comprar todas las razones son validas para sacar la bendita/maldita (como la quieran llamar) tarjeta de crédito y abonar esas hermosas prendas que vemos en la vidriera. Cabe destacar que dichas prendas, en muchas ocasiones, por no decir casi todas, después terminan en el fondo del ropero y con la etiqueta puesta. ¿Cómo me pude comprar eso? ¿Qué le vi? ¿Cómo no me di cuenta que me queda tan mal? Son apenas algunas preguntas que nos solemos hacer, cuando nos llega el resumen del carnet maldito (si, para mi es maldito, sépanlo).
Pero si hay algo muy placentero es pasar por esta situación, atentas: caminando entre los locales, logré visualizar que en uno de ellos había una oferta terrible y la prenda más linda que el precio aún. Decidí entrar, muy amable la empleada me mostró el modelito, me gustó. Pedí probármelo, mientras estaba en el cambiador escuché una voz muy finita consultando por el mismo sweters que me estaba probando yo, para lo que la chica del negocio respondió: el último es el que tiene la mujer en el probador. Rápidamente mi mente se sintió presionada: ¿lo compro o no lo compro? Mi tiempo para poder decidirlo era mas corto del que me suelo tomar para elegir mis ropas (eso merece un articulo aparte), y eso me ponía en aprietos.
Sabia que si decía que no, no había vuelta atrás, esa voz tan particular me lo iba a sacar!!!. Mi elección tenia que ser instantánea.
Termine de cambiarme y salí del uno por uno que me estaba sofocando, al conocer a mi contrincante vi la cara del ogro mas grande que pude haber visto en toda mi vida. Claro, sabia que tenia todas las de perder.
Con mi mejor cara y una sonrisa de oreja a oreja, algo contenta por mi nueva adquisición, le dije a la trabajadora: Si es mío, me lo llevo, como perderme esta oferta!!!. Para provocar el odio interno de la envidiosa contrincante que me relojeaba de arriba abajo.
Si gane, me di el gusto de hacer la compra algo mas linda que de costumbre, y asimismo comprar otro producto para adornar mi querido mueble de madera en la habitación. Pero bueno, un gustito así no se da todos los días.
NFa